El barco del amor
"La dimensión más aproximada que puedo definir del amor está metafóricamente relacionada con rellenar un profiterol de nata montada." O al menos eso podría haber dicho de haber pensado lo suficiente en mi conducta. Porque es eso lo que quieren. ¿No me imaginaba así? ¡Qué importa! En verdad no soy así pero qué más da. Al fin y al cabo es lo que ella quiere, lo que quieren todas las mujeres a las que he querido lo suficiente como para saber que estaba enamorado de una mentira.
La primera vez que engañé a una mujer me sentí culpable. No fue como la primera vez que traicioné a un amigo, fue peor. En particular no siento que haya un motivo específico para ello, sólo es eso sin más. Supongo que todo fue más fácil después de acostumbrarme al embuste. Uno se da cuenta de lo sencillo que es cuando ve en los ojos de una mujer que ella lo sabe todo, que sabe que te ha tocado otra. Es una especie de bálsamo.
Curiosamente cuando he sido inocente es cuando más me han celado. Por eso me sorprendió el caso del Loveboat. Una práctica orgía de los sentidos llovida del cielo en un velero. De haber tenido vergüenza, al menos un resquicio, habría llorado por empatía. No se puede ser tan miserable.
Ella lo sabe, por lo visto vio unas fotos de una amistad indiscreta. Antes de que todo pasara le había pedido no me dejase, le supliqué que no lo hiciera. Me faltó tiempo para traicionar su confianza. ¡Cómo no iba a hacerlo! Al fin y al cabo ha venido corriendo a mis brazos a pesar de toda mi rastrera lascivia. Se mostró dura, pero todo se relaja cuando la estrecho violentamente, recibo una bofetada y le lamo el cuello con los labios inflamados. En el fondo es lo que siempre han querido las mujeres que he amado: un hombre como yo. Un maldito cabrón hijo de puta como yo.
1 comentario
JorJ -
Yo también quiero ser un cabrón-hijo-de-puta-como-tú