Blogia
Algy Moncrieff

Desterrando a Mr. Bunbury

Al mostrarse en la desnudez de su persona, el joven Moncrieff no puede olvidar que Bunbury no es más que una coartada sin rostro. En verdad ni tan siquiera es una persona. Bunbury es irreal, no existe para nadie y nadie le ha visto porque no es un papel que Algernon interprete, es únicamente una excusa, la mejor de las disculpas. Por raro que parezca es un aliado imaginario que le permite seguir comportándose tal y como es. ¿Qué sería de Algy Moncrieff sin Bunbury?

Más de un siglo después de todas las tribulaciones de un genio incomprendido y condenado al ostracismo, me propongo desterrar al tísico más visitado de la ficción para quedarme sólo con la poca vergüenza del más joven de los Moncrieff. Bunbury es una mentira innecesaria para cubrir el exceso. Dejemos de mentir, de especular. Mostrémonos tal y como somos, sin escrúpulos y sin máscaras. Obremos con descaro y sintámonos orgullos de ello. Escapemos de las consecuencias si podemos, pero sólo por la gentileza de nuestras víctimas y como premio a nuestro total desenfado, nunca pasando por el peaje de la mentira. Así seremos libres.

Una seducción libre y sin tasas ni fronteras. Plana, visceral, instintiva, sí, pero dotada de una sutil elegancia envuelta en la media sonrisa del ladrón de guante blanco. Llegar hasta el fondo, hasta el final, sin especular con el inconformismo pero coqueteando con las sorpresas que se puedan presentar. Desde hoy seré Algy Moncrieff liberado de su mayor "alibi" y a la usanza de Kierkegaard, elaboraré mi diario de seductor. 

 

0 comentarios